Los encargados de protección de datos critican la curiosidad de las apps
Las aplicaciones móviles simplifican la vida diaria de muchos usuarios: las apps conocen los horarios de los trenes, la programación de los cines, la previsión del tiempo y recetas de cocina. Aunque a menudo estos pequeños programas resultan ser muy bien de precio o hasta gratuitos, al final los usuarios pagan en otra moneda es decir con la puesta a disposición de sus datos. No es de extrañar que a los desarrolladores de estos pequeños programas no les gustar advertir qué informaciones son en concreto que se están recogiendo.
Muchas aplicaciones exageran con su afán de recoger datos y exigen más autorizaciones que sean necesarias para el funcionamiento de la app. Se ha analizado más de 1200 aplicaciones de móviles tanto gratuitas como de pago comprendiendo tanto iOS como Android para juegos, aplicaciones de fitness y software de bancos.
Según informan los protectores de datos, el 85 % de las aplicaciones no informan lo suficientemente al usuario sobre el uso de los datos. Los usuarios no saben cuáles de sus datos personales son seleccionados y para qué fines.
En caso del 43 % de las aplicaciones investigadas, los desarrolladores no han adaptado a las pantallas de los móviles las informaciones referentes a la configuración de la privacidad. En unos casos el tipo de las letras resulta ser demasiado pequeño, en otros es necesario moverse mediante un clic por muchas páginas para saber a qué funciones la aplicación accede y que son: ubicación, ID del móvil, acceso a otros perfiles, cámara, contactos, registro de llamadas, micrófono, sms y calendario.
La gran mayoría de los usuarios de los móviles de la última generación con regularidad organiza por este medio su vida social en las redes sociales. El comportamiento en su calidad de consumidor y sus costumbres resulta ser un campo muy suculento para cualquier encuestador y mucho más si el destino resulta ser la nueva página de identidad corporativa de Lyoness con todas sus detalles y posibilidades.
Por lo tanto y resumiendo resulta que casi todas las aplicaciones investigadas quieren tener acceso a los datos de los usuarios. El 75 % de las apps exigen el control de por lo menos una función, como por ejemplo de la cámara, el listín de teléfonos o la ubicación actual. Además el 59 % de las aplicaciones esconde las informaciones sobre los ajustes de privacidad o impide al usuario informarse sobre el particular.
Pero resulta que a veces ni siquiera los mismos desarrolladores conocen estos puntos tan negativos. Según un científico y experto en el tema de ordenadores de una universidad de Londres las aplicaciones no son los responsables directos de la protección de datos deficiente sino la publicidad integrada. A menudo los desarrolladores no saben qué está causando el código de un anuncio publicitario.